El estándar Passivhaus es la referencia internacional de edificios de muy bajo consumo energético
El protocolo de Kioto condujo a diversas medidas de ahorro energético en el campo de la construcción. El objetivo de la Unión Europea, a partir del año 2020, todos los edificios de nueva construcción deberán tener un consumo energético casi nulo, argumento que plantea el estándar Passivhaus.
El Passivhaus, o casa pasiva, es un estándar de construcción que combina el máximo confort interior con un consumo de energía muy bajo y un precio asequible, gracias al máximo cuidado de la envolvente del edificio y a un sistema de ventilación controlada.
Los edificios Passivhaus consiguen reducir hasta un 90% las necesidades de calefacción y refrigeración
Un diseño para ahorrar
La poca energía suplementaria que requieren los edificios passivhaus, se puede cubrir con facilidad a partir de energías renovables, convirtiéndose en una construcción con un coste energético muy bajo para el propietario y el planeta. Por ejemplo, es suficiente una pequeña estufa de biomasa sin necesidad de un sistema convencional de radiadores o suelo radiante, con el correspondiente ahorro económico que ello supone.
Este estándar no supone el uso de un tipo de producto, material o estilo arquitectónico específicos sino el empleo optimizado de los recursos existentes a través del diseño de técnicas pasivas. Un buen factor de forma, que reduzca la superficie en contacto con el exterior para disminuir las necesidades de climatización, una orientación y dimensionamiento correcto de las ventanas para aprovechar el calor del sol o poner protecciones solares que impidan un sobrecalentamiento en verano, etc.
Súperaislamiento térmico
Un muy buen aislamiento de la envolvente es beneficioso tanto en invierno como en verano: las paredes exteriores, la cubierta y la solera deben tener una baja transmitancia térmica. Dependiendo del clima se debe optimizar el espesor del aislamiento térmico en función del coste y de la mejora de la eficiencia energética.
Ventanas y puertas de alto rendimiento
Hay que cuidar la ubicación y tamaño de los huecos de la envolvente. La captación solar supone el mayor aporte energético de la edificación. Las carpinterías utilizadas tienen muy baja transmitancia térmica y las ventanas son de triple vidrio rellenas de un gas inerte. El vidrio refleja el calor al interior en invierno y lo mantiene en el exterior en verano.
Estanqueidad al aire
En una construcción convencional, las corrientes de aire que se producen a través de ventanas, huecos de ventilación o grietas provocan incomodidad en el usuario y hasta condensaciones interiores, particularmente durante los períodos más fríos y húmedos del año.
En un edificio Passivhaus, la envolvente es lo más estanca posible logrando una eficiencia elevada del sistema de ventilación mecánica. Esto se logra mediante un diseño muy estudiado y cuidando al máximo la ejecución de las juntas durante la construcción.
La hermeticidad se mide con la prueba Blower Door. Consiste en crear diferencia de presión entre interior y exterior a través de un ventilador colocado en la puerta principal. El resultado debe ser < 0.6 renovaciones de aire por hora, diez veces menos que en una edificación actual.
Sin puentes térmicos
La transmisión de energía no sólo se da en paredes, techos o suelos, sino que también se da en las esquinas, ejes, juntas, etc. Se producen pérdidas o ganancias indeseadas y las temperaturas superficiales en esas zonas suelen ser inferiores a las del resto de la envolvente, pudiendo provocar la aparición de moho, condensaciones u otras patologías perjudiciales. Por eso es necesario un diseño desde proyecto que limite al máximo la existencia de puentes térmicos.
Ventilador con recuperación de energía
Las ganancias energéticas, como son la radiación solar o el calor generado por las personas y los electrodomésticos, son reaprovechadas por un sistema de ventilación mecánica, al precalentar el aire limpio entrante antes de expulsar el aire viciado.
En un edificio Passivhaus, con un caudal de aire fresco de aproximadamente 1/3 del volumen de los espacios, se puede aportar unos 10 W/m de calor, y 7 W/m² de frío en el edificio, fijándose un límite en la demanda de calefacción y refrigeración de aproximadamente 15 kWh/(m²a), valor un 90% menor que el de una edificación actual.
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